Un artífice, un creador. Causante,
cometedor, hacedor: todo eso es un autor. Y autores existen desde que la
humanidad inventó el arte de expresarse mediante símbolos, dibujos,
jeroglíficos y más tarde con las letras como las conocemos hoy. Creo que cada
ser humano llega a ser autor de algo en
un momento dado de su vida. Lamento que la ciencia que estudia las letras,
muchas veces, en vez de inspirar y dar alas al aprendiz, lo obliga a aprender a
ser un autor en base a dogmas y enseñanzas tradicionales, aburridas y
obsoletas.
La
música, la fotografía, el cine y el software obedecen a una idea. Y esa idea
nace en aquella persona que llamamos autor, narrador, cuentista.
En la
Edad Media el término autor era prácticamente el sinónimo de autoridad; pienso
que fue así, porque en aquellos tiempos, el derecho de escribir o crear algo
era el privilegio de unos pocos que tuvieron la suerte (por nacimiento o adquiriéndola
por astucia) de poder estudiar. Demás esta mencionar que en aquel tiempo la
participación en la literatura y en las artes por parte de las mujeres, era
casi nula. (De eso se ocupó con creces la Iglesia Católica.)
En
algunos círculos literarios se hace una diferencia entre el autor y el cuentista.
El autor escribe el texto, mientras que el narrador cuenta la historia. El
cuentista se vuelve una instancia, creada por el autor.
En la
actualidad hay autores y narradores, ya sea de novelas, literatura técnica o poemas
de gran estética y belleza; de ensayos y narraciones estilizados y
sobrecargados, como granos de arena tienen las playas del mundo. Tal vez, y esa
es una opinión muy mía, anterior a nuestra era computarizada los autores
sobresalieron con sus obras por calidad y no, como hoy, por cantidad. Editar,
lanzar un libro, era todo un tema. Hoy, escribo algo, lo subo a Internet y ya
esta: soy autor/a. Lo presento en un blog, lo subo a fb y al instante está
dando la vuelta al mundo. Autores así, hay miles. Creadores de los Powerpoint
que circulan en la red; también son autores.
¡Ah! Y no sabría decir cómo protegerme, o
proteger cosas de mi autoría, de plagios, de los copiones. ¿Con señal de agua?
¿Textos en pdf? No creo que Internet sea una manera segura y confiable para
editar un libro o hacer conocer lo que artísticamente hacemos y creamos, si no
queremos que alguien se lo lleve y le plasme su propio sello y nombre.
Yo
pinto cuadros. Oleos. Tengo algunos publicados en Artelista, una página web,
que da la oportunidad de promocionar lo que uno crea. Otros en una página
paraguaya, Portal Guaraní. ¿Pero seguridad? No hay. La profesora de un
instituto de arte de mi ciudad, encontró un cuadro mío que le gustó. Lo bajó de
Internet, lo imprimió y se lo dio a sus alumnos para que lo copien. Así de simple.
Estoy consciente de que no puedo defenderme de eso, pero lo que critico, es la
ausencia total de la ética, moral y profesional. Si ya tienen que bajarlo de
Internet por falta de otras alternativas, me gustaría, que por lo menos,
mencionen el nombre del autor; trátese de un texto, una cita o la fotografía de
un cuadro. Pero como hay tantas obras en la red, accesibles a quien tenga
computadora e Internet, es como si ya no se le da el mismo valor ni el respeto
como antiguamente. ¿Por qué gastar dinero en comprar un libro si lo puedo bajar
gratis de Internet?
Creo
que, a pesar de todos los avances tecnológicos (o tal vez justamente por eso)
el creador o inventor de hoy tiene las mismas guerras que combatir, los mismos
obstáculos que superar como sus colegas del pasado. Al menos, si es un creador
serio, celoso de su obra; un artífice de la pluma, del cincel o de pinceles; un cometedor y causante de indescriptibles
sensaciones entre aquellos que leen, aquellos que ven con los ojos del alma: un
autor.
Janina Bradler
1 comentario:
Hola, Janina. Gracias por tu post, bien escrito y entretenido de leer.
Me quedo pensando en si será tan así que todo creador es "celoso" de sus obras. ¿Los celos son parte de la vida creativa? De ser así, sería un poco triste. Tiendo a creer que no, que hay muchas más ganas en la mayoría de los artistas de aportar a la cultura y saber general, que en guardar celosamente para sí lo que han creado.
El caso que nos cuentas de uso de una profesora y sus alumnos de uno de tus cuadros... ¿consideras que te ha generado un perjuicio? ¿Dejarías de aprovechar los beneficios que te da este blog y Artelista por temor a otros casos así? Creo que hoy, ningún artista sacrificaría su visibilidad por eso.
Lo que está faltando, creo yo, es difundir mejor nuestra tarea como artistas. Ofrecer, por ejemplo, a los estudiantes, descargas libres a cambio del debido reconocimiento. Enseñarle a la gente cómo citar, como reconocer al autor.
Seguro que si te pusieras en contacto con esa profe y le explicaras tu situación, ambas verían todo distinto. Quizás hasta habría oportunidad de explicarle a los chicos quién es la pintora y cómo se hace una cita adecuada. Piensa que si te han tomado como ejemplo para aprender a pintar, es que consideran tu trabajo justamente como eso, un ejemplo.
Te dejo con estas reflexiones, la seguimos en el curso!
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