ARCO IRIS
Doblo la esquina, las manos en los bolsillos de su chaqueta gris, en el rostro una expresión plomiza. Con la mirada sombría fija en un punto imaginario allá a lo lejos. Hebras azabaches cubren su frente marfil.
La hora azul de la tarde va adquiriendo matices dorados y plateados de las vidrieras acondicionadas con luces navideñas para la noche. El hombre sombrío no lo nota. Sigue caminando con pasos metálicos por la vereda, sin desviar la vista aguamarina un solo instante. No ve las luces, no escucha las risas. Las risas fucsias de las mariposas de la noche tratan de arrebatarlo de su mundo oscuro. En vano le regalan sus miradas doradas, enfatizadas con caricias de color rubí.
Aquella sombra gris se aleja, dejando atrás el aleteo rojo de los brazos, el vaivén naranja y amarillo de las caderas, el verde inquieto de los pasos ligeros y el azul-violeta de la desilusión.....................
Joana
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