Alegoría al Bicentenario

Alegoría al Bicentenario
Alegoria al Bicentenario: Grito de la libertad
"De medico y loco, todos tenemos un poco" Tal vez, de artista también. Al menos hoy en día, cuando es tan fácil acceder a cursos, materiales, etc. Y la verdad, dando una vueltita por las paginas de nuestros diarios, encontramos siempre alguna propuesta para visitar galerías, exposiciones individuales, colectivas, y nombres nuevos que surgen. Algunos quedan, otros desaparecen. Hace casi 20 años que me dedico a la pintura al oleo. Participe de algunas exposiciones, hice una individual, hace dos años, y bueno, ahora me decidí a entrar a ese mundo fascinante de los "bloggers". Mis motivos favoritos son los caballos y los paisajes, tanto del Paraguay, como también de otros lugares. De a poquito compartiré con ustedes mis obras. Siempre trato de que mis cuadros cuenten alguna historia, o sea, que no sean meramente decorativos.Quiero darle al espectador la posibilidad de adentrarse en un paisaje, sentir el sol caliente nuestro que se refleja en caminos arenosos,la sombra refrescante que brinda un viejo árbol al costado de un sendero en un campo abierto. Así que, : BIENVENIDOS A MI MUNDO

martes, 30 de agosto de 2011

Seria simple

Nuestra Rotonda del Km 4!
Al mencionarla, a la mayoría de los automovilistas se le paran los pelos! En un promedio pasan 6000 vehículos por hora!!!!! Y para colmo, en horas pico, están los uniformados ángeles del transito. Pero, en vez de mejorar la situación, la empeoran! Y seria tan fácil todo, si aprendiéramos las reglas del transito!!!! EL QUE ESTA DENTRO DE LA ROTONDA TIENE PREFERENCIA!!!! Es una ley internacional. Tan solo en Paraguay tenia que ser diferente!
Otra solución mas fácil y mas barata (existe un proyecto de ampliación a laaaaargo plazo. de 20 a 30 años!)seria, ser un poco mas pacientes! No atropellar porque YO tengo que pasar primero! Ah! Allí viene uno, quiere pasar, NOOOOO, acelero un poco mas, un poco mas, el otro también, el de la izquierda, el de la derecha, el del otro lado...... y, aplausos! Conseguimos un embotellamiento de película!!!!!!!!!!!
Bueno, no se gente, pero, de nuestro Paraguay tan tranquilo casi no queda nada. Es una controversia. Cuando mas nos "informatizamos", mas nos retrasamos; así parece. Nos falta un intermedio, (hablo de Paraguay) la técnica en general nos arrollo, sin darnos tiempo de aclimatarnos. La era informática, las importaciones de autos baratos (Iquique, Cl) y la desmesurada venta, facilitada al máximo, de motos!!!! Y todo eso, con respecto a los vehículos, sin la obligación de aprender las reglas de transito!
Y ahí vamos!

sábado, 27 de agosto de 2011

Invierno (Winter in der Eifel)


Otoño (Indiansummer)


Otoño en Mendoza (Herbst in Mendoza)

Con cariño para mis amigos argentinos!!!!!!!!!
En especial, para los "mendoncos"

Iris

Oleo sobre lienzo  (Vendido)

Plata blanca





Los bueyes conocen el camino. Vuelven sobre sus huellas que a la mañana temprano dejaron, surcando con las ruedas de la carreta cargada, el camino arenoso. Vuelven con pasos lentos, pausados, sin apuro y sin asombro. La luz plateada de la luna inunda el paisaje solitario y una leve neblina borra el contorno de eventuales matorrales, del horizonte lejano. Allá arriba, acurrucado entre bolsas blancas, llenas de algodón, el boyero duerme. Como si las bolsas fuesen grandes almohadones de plumas, duerme su sueño, cansado, resignado, y aun siente en la piel el calor del sol de los últimos días. Ese sol implacable del mes de Febrero, que hace madurar los frutos, que hace explotar las capsulas marrones del algodonero y viste de blanco las pequeñas chacras del campesinado. Plata blanca, que espera ser recogida. Recogida por hábiles manos de grandes y chicos. Desde la mañana, a penas desaparece el rocío, que se va secando con el sol y el viento, las chacritas se llenan de vida. Niños, mujeres y los hombres, con bolsas atadas al hombro y a la cintura, recogen en un vaivén armonioso y ligero los pompones blancos. Cada uno sueña; los niños con la tan anhelada pelota, cuadernos y lápices nuevos, lápices de colores, de doce colores! No los paquetitos de seis colores y que se rompen a cada vuelta y media que se le da con un sacapuntas o con una navaja. Las niñas, ay las niñas! Vestiditos, muñecas, zapatos! Quizás aquellos zapatitos de charol que Doña Luisa tiene en su almacén del pueblo! De tan negros y lustrosos, parecen ser de otro mundo! Y huelen a cuero, huelen a nuevo, no como aquellos que trae de cuando en cuando el maca tero, y que son de cualquier material, menos cuero! Huelen a plástico quemado, y a todo eso, ese maca tero seguramente ya estará por venir. Sabe que es tiempo de cosecha, sabe que habrá unos pocos guaraníes, y además querrá cobrar el resto de la última compra que hicieron las madres. Ya de aquellos zapatos no sobra casi nada. Estos duran a penas lo que dura el año escolar, y a veces ni alcanzan pasar los meses de frío! Pero los que están en la vidriera del almacén de Doña Luisa, esos si son señores zapatos. Tanto los de charol para niñas, como los otros, con cordones finos, para los varones. Muy parecidos a los que usa Don Jiménez, el que compra el algodón, al precio que bien le parece. Y no se preocupa mucho por pagar, con tal, cada uno de los chacreros tiene cuenta en el almacén de su esposa, Doña Luisa. Y a veces ni sobra que cobrar después de arreglar cuentas. Y es que Doña Luisa siempre se preocupa mucho con el asunto de las cuentas. Ella dice que no es honesto deber por mucho tiempo, y siempre les convence a todos, pagar toda su cuenta, aunque no sobre para nada mas, Con tal, puede abrir una libreta nueva! Así es Doña Luisa! Y Don Jiménez, claro, el también debe arreglar cuentas con su señora esposa, pero esa es otra historia, y al final, el dinero queda, como se dice, en familia. Esos son los pensamientos de uno de los chicos más grandes, Julián, el que ya se debate con las matemáticas en la escuela, y dicen que es bueno en eso, por eso sabe que también esta vuelta, por más linda que sea la cosecha, no sobrara para extravagancias, como un equipo de fútbol nuevo por ejemplo!
Y las mujeres? Ellas sueñan también! Ay! Faltan tantas cosas! No para ellas, pero si para la casa. Algunos enceres para la cocina, ya están viejos los platos enlozados, sobran tres vasos de vidrio y dos cacerolas abolladas, tristes recuerdos de un humilde regalo de bodas, de hace tantos años! Un suspiro acompaña aquel recuento de escasas pertenencias. Y las propias ropas? Tal vez algún modesto vestido nuevo para la próxima fiesta patronal, o para el cercano casamiento de la prima? Ni pensar! Antes están los uniformes de los chicos para este año. Ya los del año pasado están remendados, los pantalones de los varones, alargados con ruedos falsos, y faltaría alguna remera nueva para el marido, para poder ir por lo menos más a tono cuando va a la cancha los domingos! Si esta vuelta no sobra un poco más, después de pagarle a Doña Luisa, claro, y lo del maca tero, bueno, será difícil......... pero dicen que el precio del algodón esta bueno, muy bueno, lo dijo el compadre Luis, que allá está cosechando con los suyos! Tan cargadas están las plantas este año, tan bueno el tiempo! Y al borde de la plantación se van amontonando y acumulando las bolsas, tan llenas que rebozan! Uno tras otro van llegando, descargando sus bolsas, los niños, las mujeres y los hombres.
Las horas pasan, el calor se hace sentir. A la sombra de un viejo Guayayvi, los hombres se sientan en ronda, quitándose el sombrero pirí, usándolo como abanico para refrescarse el rostro, mojado de sudor, caliente por el sol. Un terere fresco con muchos yuyos, hace la ronda. De a poco se van acercando las mujeres. Hoy son compañeros de trabajo todos, solo los niños menores toman agua de una jarrita. A ellos no les es permitido tomar terere, tampoco a las niñas mayores, las señoritas. Y los niños, calmada su sed, se ponen a jugar. No parecen estar cansados y contagian con sus travesuras a los hombres quienes les hacen bromas. Luego, sin que nadie en especial haya dado la orden, todos vuelven al trabajo. Y así va pasando el día. Una pausa más, las mujeres traen la comida, y vuelta a recolectar el preciado tesoro blanco que brinda la naturaleza.
A la noche, a la luz de un “sol de noche” van cargando las carretas. Enormes bolsas, gigantescos almohadones, se van amontonando hasta arriba. Mañana hay que salir mucho antes del amanecer. El camino es largo, los bueyes son lentos, y hay que volver. Aun habrá muchos viajes por hacer, muchas bolsas para llevar al pueblo, al mercado, al centro de acopio de Don Jiménez, el hombre más rico del pueblo. Saliendo bien de madrugada, se llega ya pasando el medio día. Y ya hay muchas carretas en fila y hasta alguna vieja camioneta, echando humo, haciendo ruidos infernales. Y todos van haciendo fila frente al gran portón de madera. Y este portón sigue cerrado. Ya se escuchan murmullos. Los dueños de los vehículos hacen callar sus motores, los boyeros bajan el calce del yugo para alivianar la carga a sus bueyes. Y el portón sigue cerrado. Ya son casi las cuatro de la tarde. Pero las puertas del almacén de Doña Luisa están abiertas, bien abiertas, y desde temprano, como dice el compadre Luis a Teófilo, el padre de Julián. Este es casi el último en la fila, y esta casi frente a las puertas de Doña Luisa. De allí ve saliendo gente, algunos conocidos, otros no. Tienen la cabeza agachada, en sus manos pequeñas libretas, de los brazos colgados algún bolsoncito donde no llevan ni la mitad de las cosas que las mujeres les habían encargado. Vuelven a sus carretas, algunos ajustan las piolas que sujetan la carga, otros se recuestan por sus carretas o por sus bueyes, la mirada fija en aquel portón que no se abre. Y pasan las horas. Poco antes de que el sol se acuesta detrás de las casa del pueblo, un murmullo agita a los hombres. Se escucha algo de una bolsa. Dicen que en un lugar, muy lejos de aquí, cayó una bolsa, la bolsa del algodón. Y con ella caen los sueños, los sueños de pelotas, de muñecas, cacerolas, manteles, zapatos, y cae el sueño del hombre, el sueño de Teófilo. Entregado a su destino, vuelve dormido, resignado. Vuelve con las manos vacías y con la carreta cargada. Confiándoles el camino de regreso a sus bueyes entrenados, vuelve a soñar, de campos nuevos, más tierra para cultivar, más pan. Y los bueyes sienten su pesar a través de las riendas. Por eso van lentos, muy lentos, parecería que temen despertar al amo, y no hace falta, ellos conocen el camino. Y allá lejos, se van perdiendo con su carga preciosa en la noche lunar, rumbo al rancho, rumbo al hogar.

Joana

jueves, 25 de agosto de 2011

Memorias

Acervo particular

Paisajes Andinos


Aguas abajo y Guardianes de los viñedos, oleo sobre lienzo, 60 x 80

Cómplice de la luna


Oleo sobre lienzo

La Tierra es mía!

Oleo sobre lienzo, 50 x 60

El Impetuoso II

Oleo sobre lienzo, 60 x 80

Chivato

Oleo sobre lienzo, 60 x 70

Libres

Oleo sobre lienzo, 60 x 80

miércoles, 24 de agosto de 2011

Decálogo del Artista

     I- Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo .
    II- No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza.
   III- No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma.
   IV- No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sino ejercicio divino.
    V- No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas, por que la belleza es virgen y la que esta en las ferias no es ella.
   VI- Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti primero.
  VII- Tu belleza se llamara también misericordia y consolara el corazón de los hombres.
 VIII- Darás tu obra como un hijo, poniendo en ella tu sangre de mil días.
   IX- No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer, dejarás de ser artista.
    X-´De toda Creación  saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño.
                                           
                                                                                                Gabriela Mistral.

Entre Cordillera y Paraguari

Aun existen en nuestro pais lugares tan apacibles como este, de caminos arenosos, lapachos en flor y hombres a caballo.

Primavera en Carlos Paz


Una vista primaveral de Villa Carlos Paz, Córdoba, Argentina. Oleo sobre lienzo, 60 x 80